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Joaquín España

Agua de vida

Joaquín España | 27 de septiembre de 2011

Y es que no nos damos cuenta de la tremenda importancia que el agua tiene para la vida, para toda clase de vida, hasta que nos falta o hasta que nos la encontramos envenenada por la codicia, por la desidia, o por la falta de conciencia y mucho de ello debido a que luego no se pagan las consecuencias de dichos errores, o males conscientes, porque la administración se pone una venda en los ojos no vaya a ser que se pierda algún empleo más, sin darse cuenta que “pan para hoy es hambre para mañana”

Si tenemos “suerte” y las lluvias son abundantes, el aumento de caudal lavará los ríos y se llevará algunas malditas contaminaciones, y así, nuestras especies piscícolas podrán frezar y continuar su lucha por la conservación. Pero si no llueve suficientemente, la sequía no hará otra cosa que aumentar el desastre y el peligro, y será entonces cuando nos lamentemos de nuestra precaria situación. Porque no llegamos a ser conscientes que, igual que la sangre corre por nuestras venas para llevar el oxígeno y alimento a nuestras células, por los ríos corre el agua que transporta “el oxígeno y alimento” a la tierra, por lo que si lo envenenamos, lo cortamos o lo modificamos, solo hacemos enfermar a la propia tierra y en definitiva a nosotros que formamos parte te ella.

Pero prima en nuestra sociedad la industrialización y luego, como lavado de cara, una falsa preocupación por el medio natural, al que se le atiende de cara a la galería, nunca por convicción. Y cuando nos llegan los desastres, esos mismos que de forma hipócrita dicen proteger lo natural, entonces piden la “cabeza” del responsable, una cabeza que nunca se “corta”. Y el círculo vuelve a cerrarse.

Perdonen mi falta de optimismo, pero una vez perdida la juventud y enterado de que no puedo cambiar las cosas de este mundo, caigo en la realidad de la madurez y en el desasosiego de los sueños perdidos y no cumplidos. Por eso acudo a los ríos a reflexionar en lo que fue y en lo que será. Y en contacto con sus aguas, las aguas de la vida, me siento más integrado en la propia tierra y en su sufrimiento por abandono.

Y así, entre lance y lance, recapacito e intento olvidar mi contribución al desastre por pertenecer a la sociedad en que vivo y procuro que mis lágrimas de desesperanza, aporten al río una parte de mi esencia y mi tristeza por una situación que no me gusta y que no controlo.

Esperemos que llueva, que llueva mucho y muy continuo, porque así el agua lavara nuestro pecado como sociedad y al menos permitirá que nuestros ríos aún aporten vida, muy necesaria para todos.

¡Buena temporada!

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