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Joaquín España

Vuelvo a Ximonde

Joaquín España | 22 de abril de 2014

Mi veinticinco por ciento de sangre gallega tira mucho por eso no concibo un año sin acercarme a beber de las fuentes de la pesca del noroeste peninsular, donde el manejo de la cucharilla es un arte, la miñoca una tradición y la pesca a mosca una modalidad en franca progresión.

El año pasado, por múltiples compromisos internacionales, no he podido acercarme a pescar. Lo hice a varios actos oficiales pero sin poder lanzar una varada en cualquiera de los mil ríos de la comunidad.

Este año, la fortuna me ha señalado otra vez y, al tener disponibilidad de agenda, me acercaré al mágico Ximonde a mediados de junio por si algún proyectil plateado se digna reparar en mi mosca y me otorga la gloria de los elegidos.

Ximonde no es nada nuevo para mi, ya tuve la fortuna de pescar varias veces y una de las últimas con todo el acotado para mi sólo ya que las otras tres cañas seguro que se decantaron por la playa y la familia en un día soporífero. Pesqué desde O Penedo a Campos de Viso, me fajé con convicción en Corrientes de Reboredo, no pasé por alto O Poio do Bote y acabé dándole fino a La Junta, el Prado de Louzao, Venezuela y Cubelas. Lástima que ninguno reparase en mi mosca.  

Siempre me reconforta pescar en Galicia, con mis amigos, y con otros que se acercan a saludar. Nunca falta el ánimo de Carbia ni un vinito reparador en su bodega. Ximonde es especial, por eso estoy ilusionado por sentarme de nuevo a contemplar el lento y parsimonioso pasar de sus aguas.

Vuelvo al Ulla.

Vuelvo a Ximonde.

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