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Miguel Piñeiro

Mucho Hucho

Miguel Piñeiro | 26 de junio de 2014

Imagen de una captura.

Vaya de antemano, como declaración de intenciones, que no cambio un plateado atlántico ni por mil salmantinos pero cuando se habla de pescar coincidiremos en que jamás tendrás la oportunidad en España de clavar una docena en una mañana, y mucho menos veinte de los primeros, mientras que sí puedes hacerlo –incluso más- con los segundos. Pero, para poder llevar a la práctica tal ensueño, debes ir al Tormes.

Llevábamos años intentando conseguir un permiso para el Hucho-Hucho, el Salmón del Danubio, tarea sólo equiparable en dificultad a pescar Ximonde en mayo, pero este año la providencia se acordó de unos peregrinos de la caña (de ambas, la de pescar y la de beber) y si ya habíamos acariciado de nuevo el Olimpo Ullaniense, el 25 de mayo en mi Ulla, ahora tocaba campeonar en las tierras del Marqués de Del Bosque que andaba haciendo las américas con la pandilla de cansados.

No podíamos hacerle un feo a los amiguetes que el sábado día 21 dirimían las honras y la gloria en el Santiaguiño do Monte de Pesca a Mosca en Padrón y, además, había que arengar a los “Trueiro Team” para que no se les ocurriese ganar ni quedar bien clasificados y mantuviesen los catastróficos resultados de siempre, en su línea habitual, como no esperamos otra cosa de ellos…

Desayunamos con todos los incondicionales en Padrón y cuando íbamos a emprender el tiramillas del camino se acerca el buenazo de Brandón, Marlon Luis, para indicarme que el año pasado no había visto ni el primero en el Tormes y que había quedado absolutamente decepcionado ¡Jo, vaya ánimos me da mi amigo. Ojalá que quedes de último en el Santiaguiño!

Fui todo el camino sopesando y admitiendo la posibilidad de un clamoroso bolazo hucherístico, pero la confianza ciega en Javi y Lorenzo me levantaba el ánimo a medida que iban cayendo los kilómetros.

Fuimos echando en falta a Julito y Oscar. ¡Ánimo Julio! Oscar tampoco pudo venir porque recientemente le sacaron una pieza del motor corporal, una de esas que no valen para nada pero que dan la lata. No se si fue el hígado o la vesícula, pero es igual porque el de Waldemar tiene una minicentral en el estómago y turbina a placer. Tampoco pudimos gozar de la siempre grata compañía de Torres que andaba liado con el Glorioso. Otra vez será.

Llegamos a Peñaranda de Bracamonte con el tiempo justo para tomar unas cañas, un mus rápido y comer, que la tarde iba a ser larga…

Primero, tocaba intensivo, a pocos kilómetros, en el Tormes, con muchas iris, y de buen tamaño.

Tarde muy desapacible, con viento y agua fría de carallo. Tuve mucha suerte al estrenar mi nuevo Orvis Silver Sonic Guide que me recomendó mi cualificado asesor personal para estas cosas de los complementos de pesca, Alfredo Rey, de Madrid Fly Fishing. Gran wader, consistencia de capas pero dócil a la hora de doblarte y moverte. Hizo falta un pantalón algo más resolutivo pero el vadeador me sorprendió gratamente. ¡Pon un Orvis en tu vida…!

Andaban picando por allí los amiguetes de Paquiño Redondo que se había ido de romería a la Pilarica de Zaragoza.

Empiezan los lances. Paseo militar de Javi a seca y lección académica a cargo de Lorenzo con sus críos Rodrigo y Jorge. El de Catoira, en su línea habitual, masacrando urbi et orbe todo lo que se pone a tiro. A la media hora tuve que llamar a un trailer para transportar la pescata que pondré a la venta el domingo que viene en el mercado de Padrón. Y me ciño a los hechos irrefutables dejando las fábulas para Cunqueiro y aquellos que no saben pescar.

A la cena se sumaron los excelentes amigos Truji, el Presi de los de Iruelas, y Sergio, el Campeón de España de Lance.

Llega el día de autos y los Tutús del Tormes no perdonan y nos sacan del catre cuando aún no habían puesto el río.

Llegamos a Villagonzalo (ojo, el Ulla es mío, pero el Tormes es de Javi) y en la primera varada, el Dire albaceteño expone sus credenciales y poderes sacando un bicho de 71 cms. Toma aperitivo, a las seis de la mañana y en la primera varada…

El de Catoira, que va de nota y los tiene medio cuadrados, estaba ofuscado en pasar a la historia como el primer pescador que saca un salmón alemán a risco gallego. ¡Terco como un mulo! Teima, teima e teima. Y la historia se lo pone crudo (bueno, la historia y los gilipollas de los huchos que no supieron agradecer el sublime pase de modelos de riscos de los artesáns, el pollito de Manolo Ferrari y otras virguerías galaicas).

Pero el vikingo, lejos de amilanarse o desanimarse, se viene arriba con la cucharilla y se doctora en el Tormes con su primer bicho. Ya está. Otra muesca en el medallero para el curri de pescador jamás visto a lo largo de la evolución de la especie (la modestia es de pescadores mediocres…)

A todo esto, Rodrigo –hermano del Yago que se comía las uñas en León- mete de popper, mueve unos cuantos y clava un par de ellos mientras su otro hermano, Jorge, también tocaba escama. Faltaba Lorenzo, el gran Matías, Boss de Promecal, el hombre que susurra a los salmónidos, que mantenía el casillero a cero y la honra tocada pero sin perder la compostura. Este jodido cabronazo no desiste ni admite el desaliento. Se mete en las corrientes y, con caña para pescar en aguas cubanas lanzando desde Las Cíes, empieza a tocar bichos. Uno, otro, y otro… hasta que saca uno de 74 cms. Javi sigue marcando el ritmo manejando el popper con auténtica destreza. Choop, choop, y más choop. El de Jorge no iba tan bien porque era de chup, chup, chup…

Los cinco en batería, río abajo, y por momentos te los sacas de entre las piernas. Llegan a atacar hasta tres ejemplares al mismo señuelo y a la vez… Tauchen, tauchen y más tauchen. Salva Ortega necesitaría seis baterías para inmortalizar tan hermosos y bellos lances.

Sobre las nueve y poco de la mañana, el de Catoira repara en que no  lleva el pastillero a mano –cosas de  la edad- y sutilmente utiliza el olvido para retirarse hábilmente a reponer fuerzas y descansar algo, que el brazo y el hombro necesitaban de medicación y tratamiento inmediatos.

A media mañana, los Cuatro Magníficos salen del río y, con unas cañas de las de beber, hacemos recuento: 19 salmones capturados todos a mano y más de 50 tocados y-o movidos. Entre cinco pescadores no está nada mal. Ojo, que el día anterior habían pescado sólo un ejemplar en todo el río. 

Comimos, y por la tarde, de regreso, el “ton-ton” me  manda a hacer turismo a Bragança. Con dos c…

A pesar de la losa de los kilómetros de más, llegué a casa a tiempo de redactar estas líneas y llamar a Brandón:

Yo, a los huchos, bien. ¿De qué quedaste en el Santiaguiño…?

¡Bis bald! (hasta pronto, en alemán…)

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