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La Pesca a Ballesta. El lance preciso

Pepe Casal  |  03 de abril de 2014 (14:45 h.)
Lance a Ballesta en un pequeño regato.

La especial orografía de una gran parte de los mil ríos gallegos ha sido, sin duda, el origen de ésta técnica de pesca que primeramente se aplicó a la pesca con cucharilla aunque con el tiempo ha derivado a que los pescadores la hayan aplicado también a la pluma.

Por Pepe Casal

La especial orografía de una gran parte de los mil ríos gallegos ha sido, sin duda, el origen de ésta técnica de pesca que primeramente se aplicó a la pesca con cucharilla aunque con el tiempo ha derivado a que los pescadores la hayan aplicado también a la pluma.

Cuando un río es pequeño, angosto, con mucha vegetación y difícil de pescar desde sus riberas, estamos ante el río ideal para la práctica de ésta modalidad.

El lance a ballesta nos permite conseguir que nuestro señuelo, normalmente una cucharilla del 0 o del doble 0, pueda ser lanzado de forma precisa para que caiga en lugares que resultarían inaccesibles con otro tipo de lance o de técnica.

El equipo consiste, básicamente, en una caña de fibra de vidrio de longitud entre 1,30 y 1,50, que tenga no más de tres anillas de muy buena calidad; la primera de ellas de un diámetro bastante grande y la segunda a una distancia intermedia entre las otras dos, de forma que el anillado de la misma no impida la acción de punta que necesitamos.

La parte final de esta caña ha de estar ligeramente pulida, para que siempre “ballestee” con la máxima precisión.

La fibra de vidrio “ballestea” mejor que el carbono o el grafito, es muy difícil que se rompa y además, limándola con el esmeril o simplemente con una piedra de afilar, podemos conseguir que tenga la potencia que nosotros consideremos necesaria.

En el mercado tenemos buenas cañas, algunas de ellas muy bien conseguidas, pero nada tienen que ver con una caña de fibra de vidrio, hecha y ajustada con paciencia, para que tenga esas deseadas características. Normalmente los fabricantes tienen la manía de hacerlas de un solo tramo. Una caña artesanal puede ser de dos tramos, el primero de 60 cm. incluido el portacarretes y después tener incluso tres punteras con largos y acciones diferentes (valga como ejemplo el mío, que tengo cuatro: dos de 70 cm, una de acción supersuave para cucharillas del 0 y 00 y otra para las del nº 1, la tercera, de 90 cm, para ríos más grandes y cucharillas del nº 1 y la última, para pescar reo, de 1,20 m).

De las que tenemos en el mercado, van bien y tienen una buena relación calidad- precio en 1,50 la llamada Ballesta Flex y en 1,30, la Tenax Ballesta de la casa Grauwell.

Con lo que respecta al carrete, lo ideal es que sea cerrado, la serie Crack Contact 400, hoy desaparecida, era perfecta ya que siempre, a la hora de recoger, teníamos la manivela en la misma posición y permitiéndonos conseguir que la cucharilla no “aplomase” en el agua con el consiguiente chapoteo y sí que se “posase” con la suavidad con la que cae en una orilla un grillo, un gusano, una araña o cualquier otro cebo natural al que la trucha espera apostada en su postura o escondite.

Hoy tendríamos que recurrir a un carrete de doble manivela, ligero, no necesariamente súper rápido, pero sí con un tambor amplio que permita la salida del nylon con facilidad, que sea muy suave y preciso para cerrar el pick up y comenzar a recoger. Es muy importante que tenga un sistema anti-torcedura del hilo absolutamente eficaz ya que si no nos va a plantear muchas dificultades con el sedal.

El hilo es otro elemento muy importante a considerar ya que como máximo ha de ser de 14 mm y necesita una condición “sine qua non”, no tener memoria. La resistencia es secundaria porque es difícil encontrar en ríos de la estructura de los apropiados a esta modalidad de pesca, truchas de gran tamaño. Si el hilo tiene memoria se riza con mucha facilidad cuando llevamos 20 o 30 lances y suele enredarse en la anilla de la puntera y escupir la cucharilla hacia atrás, a veces a nuestra cara, por eso siempre aconsejo pescar a ballesta con gafas y gorra ya que la cucharilla -muy ligera de peso- es difícil que nos haga daño simplemente bajando la cabeza.

La anilla de la punta de la caña tiene que ser lo más simple posible, sin patas laterales, para evitar éstos enredos.

Por último, la ropa ha de ser lo más mimética posible con el entorno ya que la trucha muchas veces sale de su postura y viene detrás del señuelo, en nuestra dirección, y una vestimenta con colores llamativos, es muy fácil que la ahuyente. En ocasiones, se clavan a un par de metros.

La acción de pesca siempre ha de ser aguas arriba con lances cortos, evitando ruidos y poniendo el señuelo escrutando todos los lugares en los que puede apostarse una pintona.

Si tenemos un pequeño remanso de 8 m de longitud, es mejor pescarlo con tres lances de 4, 6 y 8 metros que hacerlo sólo con uno inicial de 8 m y si tiene una anchura superior a dos metros, los lances debemos hacerlos duplicados y en abanico para cubrir todas las zonas posibles de ataque.

Muchas veces hemos visto pasar la cucharilla del 00 por encima de una trucha y, cuando realizamos el lance en paralelo, sale en diagonal como un misil para tomar ese señuelo al que antes no hizo ni caso, a pesar de que ahora no invade su territorio de caza.

Hablando de señuelos, la elección de la cucharilla también es muy importante. Como para gustos hay colores, sólo voy a recomendar dos características que considero fundamentales. Una, que tan pronto caiga en el agua ya esté en acción con el simple hecho de dar un cuarto de manivela al carrete. Hay cucharillas de resultados extraordinarios y con un excelente funcionamiento que son lentas en su puesta en acción y no valen para la pesca a ballesta. La otra es que tenga un anzuelo triple de buen tamaño. Los dedos pulgar e índice de la mano izquierda, con los que se sujeta la cucharilla para lanzarla, lo van a agradecer, sobre todo en las mañanas o días fríos o con mucho viento. Un triple pequeño acaba haciendo mucho daño en estos dos dedos, que son los verdaderos sufridores de ésta modalidad de pesca.

El resto del equipo, a gusto del consumidor, perdón del pescador.

El lance a ballesta requiere una gran precisión y una técnica depurada. Se puede decir lo mismo de la pesca con la cola de rata, mucha gente la maneja bien pero, ¿cuántos la dominan? A mi modesto entender, muy pocos. La caña de ballesta con su sección plana en la puntera nos garantiza la precisión lineal y direccional. La cucharilla, si la caña es buena, apenas se desvía de la línea que hemos trazado con la vista. Es como un láser.

Lo difícil y verdaderamente técnico es la precisión en la distancia; la cucharilla tiene que caer en el lugar justo que deseamos y para ello arquearemos la caña convenientemente para enviarla por debajo del tronco que está en el medio del río o entre dos ramas que se cruzan e impiden otro lance. Además, debe entrar en el agua suavemente, sin chapotear, a lo que seguirá un toque de manivela superpreciso que arranque -con suavidad pero inmediatamente- una cucharilla que sólo pesa 2 gramos. Eso es lo difícil y es lo que se necesita practicar más.

Como anécdota, cuento que este verano en Andorra fui sorprendido por Pau Gasol -al que estaba esperando para comenzar un entrenamiento- cuando estaba intentando meter una cucharilla en una pequeña maceta que estaba debajo de una silla. Se quedó un buen rato observándome hasta que me increpó:

- Pepiño, sabía que esto de la pesca te afectaba al cerebro, pero ¡tanto!...

Mi respuesta fue inmediata:

- Pau, ¿se pueden meter triples sin entrenar? Esto es lo mismo, si no aciertas te quedas sin trucha y aquí no hay rebotes.

Acto seguido nos fuimos a entrenar al gimnasio. Por la tarde, en Sant Joan de Fumat me lo pasé realmente bien pescando en hilillos de corriente y saltando de piedra en piedra durante 30 m para poder realizar otro lance en tres palmos de agua.

 

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